“Titanic”, la obra maestra de James Cameron, entrelaza hábilmente un romance prohibido con la tragedia histórica del hundimiento del RMS Titanic en 1912. La película explora la relación entre Rose DeWitt Bukater, una joven de la alta sociedad, y Jack Dawson, un artista bohemio, cuyo vínculo desafía las convenciones sociales de la época.

La narrativa sirve como un microcosmos de la sociedad del siglo XX, abordando temas como la lucha de clases, la emancipación femenina y la arrogancia tecnológica. El fatal encuentro con el iceberg no solo precipita un desastre naval, sino que también expone la fragilidad de las estructuras sociales y las ambiciones humanas.

La cinematografía de Cameron fusiona espectáculo visual con profundidad emocional, creando secuencias del naufragio técnicamente impresionantes junto a momentos de intimidad conmovedora. El desenlace trágico trasciende el melodrama, convirtiéndose en una reflexión sobre el amor, la mortalidad y el legado.

La estructura narrativa, que alterna entre el pasado y el presente con Rose como narradora, añade capas de significado sobre la memoria y la resiliencia. “Titanic” se erige así no solo como un drama histórico, sino como una obra que invita a reflexionar sobre la condición humana y nuestra relación con el pasado, explicando su duradero impacto cultural.