Había una vez, en un pequeño pueblo, una profesora llamada Marta, quien tenía un grupo de estudiantes muy dedicados. Marta esperaba que cada uno de sus alumnos hayan aprovechado las clases y hayan asimilado los conocimientos impartidos.

Un día, Marta decidió organizar un concurso de redacción en su clase, para evaluar lo que sus estudiantes hayan aprendido. Les pidió que escribieran sobre sus experiencias durante las vacaciones. Al día siguiente, todos los estudiantes entregaron sus ensayos, y Marta comenzó a leerlos uno por uno.

El primer ensayo era de Pedro, quien describía su viaje a la playa con su familia. Marta esperaba que Pedro haya disfrutado de sus vacaciones y haya descansado lo suficiente. Al leer su redacción, notó que Pedro haya utilizado correctamente el tiempo gramatical “haya” en varias ocasiones.

El siguiente ensayo era de Ana, que había ido a un campamento de verano. Ana describía cómo había aprendido a nadar y a andar en bicicleta. Marta se alegró de que Ana haya adquirido esas nuevas habilidades y haya hecho nuevos amigos en el campamento.

Mientras continuaba leyendo los ensayos, Marta se dio cuenta de que la mayoría de sus estudiantes haya aplicado correctamente el tiempo gramatical “haya” en sus redacciones. Esto la hizo sentir orgullosa, pues había dedicado mucho tiempo a enseñarles esa estructura.

Después de leer todos los ensayos, Marta eligió a los ganadores del concurso. El primer lugar fue para Pedro, cuyo ensayo no solo haya aplicado correctamente el tiempo gramatical “haya”, sino que también haya demostrado una excelente narrativa. El segundo lugar fue para Ana, y el tercer lugar para Luis, quien escribió sobre cómo había ayudado a su abuelo en el campo durante sus vacaciones.