Un día en la escuela, alguien tomó mi sándwich. Lo busqué en mi mochila, pero no estaba. Pensé que lo había olvidado en casa, pero recordé que lo preparé esa mañana. Le pregunté a mi amigo Juan si sabía algo, y él me dijo que vio a Pedro comiendo un sándwich igual al mío.

Decidí hablar con Pedro, y al principio, él no entendía lo que pasaba. Después recordó que tomó un sándwich de la mesa pensando que era suyo. Nos reímos mucho de lo que había sucedido.

Pedro me pidió disculpas y me compró otro sándwich en la cafetería. Al final, comimos juntos y platicamos sobre cosas divertidas. Aprendimos que siempre hay que revisar antes de tomar algo. Fue un día extraño, pero también muy gracioso.